domingo, 5 de febrero de 2012

Funcionarios: la nueva nobleza.


Tradicionalmente, la nobleza ha implicado una serie de privilegios que la distinguían del pueblo llano. Hasta el siglo XVIII, ser noble era incompatible con desempeñar un oficio. A partir de entonces, aunque era lícito, trabajar seguía estando mal visto. Los nobles tenían la propiedad de la tierra, pero era el pueblo llano el que la trabajaba y generaba las rentas de la que vivía el señor. Más adelante, se pudo acceder a un título nobiliario por el trabajo realizado en servicio a la corona o incluso adquiriéndolos mediante el pago de una cantidad. Aunque hubieran mermado los derechos y rentas de este estamento, todavía se veía asociada a ciertos privilegios.
En nuestros tiempos, a pesar de la abolición de la sociedad estamental, ha florecido una categoría similar a la nobleza: el funcionariado.  Estos tienen la plaza en propiedad, aunque no es necesario que la trabajen, incluso no está bien visto entre sus congéneres que se esfuercen demasiado. Ya trabajaron bastante cuando estudiaron para el examen y ahora pueden vivir de las rentas. Para trabajar ya está el personal laboral. Estos últimos no tienen la misma procedencia que los funcionarios, por tanto no pueden acceder a los mismos privilegios. Ellos no tienen la propiedad, pero hacen el trabajo.
Los trabajadores, laborales o externos, fijos o temporales, se esfuerzan día a día y mes a mes para poder cobrar su salario mensual y asegurar su permanencia. Los funcionarios no lo necesitan, tienen la propiedad.